José Saramago escribe en su cuento para niños,
“La flor más grande del mundo”:
“¿Y si las historias para niños fueran
de lectura obligatoria para los adultos?
¿Seríamos realmente capaces de aprender
lo que, desde hace tanto tiempo, venimos enseñando?”
de lectura obligatoria para los adultos?
¿Seríamos realmente capaces de aprender
lo que, desde hace tanto tiempo, venimos enseñando?”
Los libros ilustrados en la actualidad han
dejado de pertenecer a un público exclusivo de niños, padres o maestros.
Uno de los factores más relevantes, es que
además de ser atractivos visualmente, el contenido se estipula con un fin.
Para el niño, puede ser un reflejo del mundo
que le rodea, o resolver conflictos, o incluso trabajar las emociones, para el
adulto, en cambio al contar con la ironía o el humor, puede darle más lecturas
a la misma historia.
Por ejemplo, en el mercado, editoriales como FLAMBOYANT, famosa por el libro “El monstruo de
colores” de Anna llenas, apuestan por un libro ilustrado, que permite
profundizar varios matices de su contenido, en un rango infantojuvenil más
amplio.
Ana Juan, premio nacional de Ilustración
en 2010, en una entrevista para El Asombrario, declara que “La revolución
digital que ha sufrido el mundo editorial ha llevado a la casi extinción del
libro de bolsillo y a las editoriales a decantarse por los volúmenes
ilustrados, libros cuidados donde lo sensorial cumple un papel importante y no
tiene cabida el mundo digital”.
La
revolución digital, provocó que las editoriales cambiaran su producción masiva
de imprenta, y apostasen por un producto más cuidado, tanto en contenido, como
a nivel visual.
por Coni La Grotteria
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